Madeira, escala de Cruceros

Tuve la gran suerte de visitar Madeira, tan cerca y al tiempo tan lejos de todo, en una escala de crucero. El tiempo no era mucho y amenzaba lluvia, así que decidimos alquilar los servicios de un taxi para que nos llevara a tomar un primer contacto con las múltiples bellezas de la isla.


Y empezamos por el Jardín Botánico. No es de extrañar que una isla que se nombre Madeira, llamada así por la cantidad de árboles que poseía, materia prima para fabricar barcos, casas y demás menesteres para las conquistas portuguesas, pueda albergar un Jardín Botánico de una exuberancia tan impresionannte.

Por momentos, por rincones, nos sentimos inmersos en los jardines coloniales de Brasil, con especies tropicales de gran tamaño que sólo podrían darse en condiciones muy especiales y que cobijan construcciones como el pequeño museo de animales disecados pertenecientes a la familia Reid, propietaria de los terrenos donde se asienta el Jardín.

No debemos obviar la visita a esta casa, ya que el ambiente dentro, nos lleva inmediatamente a las casas coloniales que fueron levantadas en América, Africa y Asia por los grandes hacendados que siguieron a los conquistadores. El año 1960 fue fundamental para la creación del Jardín, ya que fue el momento de dar salida a un proyecto que hacía tiempo rondaba en la cabeza de los miembros de la familia Reid, dotar de un fabuloso lugar de esparcimiento para los madeirenses y que al tiempo pudiera generar ganancias.

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